

Centro ¡ Viva la Vida !
Para ofrecer a niños con cáncer una regeneración natural de su salud con todo el Respeto y el Amor que se merecen


Enfoques naturales del cáncer por científicos
Los descubrimientos de Geerd Hamer sobre los conflictos biológicos
El médico que demostró el impacto de las emociones en la aparición del cáncer
El doctor Ryke Geerd Hamer fue un cancerológo brillante durante unos veinte años. Luego su destino cambió después de la muerte trágica y brutal de uno de sus hijos. Tres meses después del fallecimiento de su hijo, él y su esposa fueron diagnosticados con el mismo cáncer, lo que llevó a este oncólogo a investigar si no existía una relación entre un choque emocional violento y la aparición de la enfermedad.
Durante varios años, estudió metódicamente más de 6500 casos de pacientes con cáncer. Este trabajo lo condujo a sacar a la luz lo que llamó las «cinco leyes biológicas», principios naturales que relacionan las emociones profundas, un órgano específico y los síntomas desarrollados.
Sus descubrimientos, innovadores pero también perturbadores, le valieron la admiración y el reconocimiento de los numerosos pacientes cuyas vidas salvó, pero también vivos conflictos con las instituciones médicas. Sin embargo, más allá de estas dificultades, constituyeron la base de lo que nombró la Nueva Medicina Germánica, un enfoque que muestra que cada enfermedad tiene su origen en una vivencia emocional precisa. Esta visión abre el camino hacia una comprensión completamente nueva de la enfermedad y de los caminos posibles hacia la sanación.
1. Un cancerológo brillante y reconocido, confrontado a una violenta prueba
Ryke Geerd Hamer nació en Alemania en 1935 y completó su doctorado en medicina en 1963 a la edad de 28 años. Su carrera era prometedora: ejerció como especialista en medicina interna en la clínica universitaria de Tübingen, luego en Heidelberg, donde era responsable de pacientes con cáncer. Paralelamente a su práctica clínica, demostraba un talento excepcional para la innovación médica. Inventó notablemente un bisturí eléctrico de hoja ultrafina, capaz de cortar veinte veces más finamente que una hoja de afeitar, así como otros instrumentos quirúrgicos innovadores. Estas invenciones le procuraron la independencia financiera necesaria para realizar su sueño: partir a Italia con su familia y atender gratuitamente a las poblaciones desfavorecidas de los barrios pobres de Roma.
Fue entonces cuando sobrevino el drama. El 18 de agosto de 1978, su hijo mayor Dirk, de 19 años, fue alcanzado por una bala accidentalmente mientras dormía en un yate cerca de la isla de Cavallo, en Córcega. El proyectil provenía del fusil del príncipe Víctor Manuel de Saboya. A pesar de todos los esfuerzos médicos, Dirk sucumbió a sus heridas cuatro meses más tarde, el 7 de diciembre de 1978, en los brazos de su padre. Tres meses después de este choque emocional devastador, el doctor Hamer desarrolló un cáncer de testículos. Su esposa Sigrid, también destrozada por la pérdida de su hijo, fue diagnosticada con un cáncer de ovarios. Esta coincidencia inquietante suscitó en este hombre de ciencia una pregunta fundamental: ¿y si este choque brutal hubiera desencadenado su cáncer? ¿Era posible que un conflicto psicológico intenso pudiera generar una enfermedad física específica?

2. La definición de las cinco leyes biológicas
Animado por esta hipótesis revolucionaria, el doctor Hamer emprendió el estudio sistemático de los antecedentes de sus pacientes con cáncer. Interrogó a cada uno de ellos sobre los acontecimientos importantes ocurridos antes de la aparición de su enfermedad. Para su gran sorpresa, constató que todos habían vivido un choque emocional inesperado y dramático poco antes del diagnóstico. Pero Hamer fue más lejos: analizando los escáneres cerebrales de sus pacientes y comparándolos con sus historias personales y sus síntomas orgánicos, descubrió una correlación sistemática entre el tipo de conflicto emocional vivido, una zona precisa del cerebro y el órgano afectado por la enfermedad.
Después de examinar miles de casos, logró formular lo que nombró las «cinco leyes biológicas de la naturaleza». Estas leyes constituyen los fundamentos de lo que llamará más tarde la Nueva Medicina Germánica. Proponen una comprensión radicalmente diferente de la enfermedad, no como un mal funcionamiento o un error de la naturaleza, sino como un programa biológico sensato, desencadenado por el cerebro en respuesta a un conflicto psicológico insuperable.
Ley 1: La enfermedad es un programa biológico de supervivencia desencadenado por un choque emocional
La primera ley estipula que toda enfermedad comienza por lo que Hamer nombró el «DHS» (Síndrome de Dirk Hamer), en homenaje a su hijo. Se trata de un choque conflictual vivido como dramático, agudo, aislante e inesperado, que golpea simultáneamente en tres niveles: la psique, el cerebro y el órgano. No es cualquier estrés o contrariedad, sino un acontecimiento que toma a la persona totalmente desprevenida, sin posibilidad de preparación mental. En el momento preciso de este choque, el cerebro pone en marcha un programa biológico especial destinado a ayudar al organismo a gestionar esta situación de supervivencia. Lo que se llama «enfermedad» es por lo tanto en realidad una respuesta biológica adaptativa frente a un conflicto insoluble a nivel psicológico. El cuerpo busca así, mediante modificaciones orgánicas, compensar lo que la psique no logra resolver.
Ley 2: Cada conflicto emocional afecta un órgano preciso a través del cerebro
La segunda ley revela que el tipo de conflicto vivido determina a la vez la zona cerebral impactada y el órgano que desarrollará los síntomas. Esta correspondencia no es aleatoria: se explica por la evolución de nuestra especie. Cada zona del cerebro fue programada en el curso de nuestro desarrollo filogenético para responder instantáneamente a amenazas específicas a la supervivencia. Por ejemplo, un conflicto ligado al miedo a morir (pánico de falta de aire) afecta los alvéolos pulmonares, mientras que un conflicto de separación afecta la piel o los conductos galactóforos del seno. Un conflicto de «bocado» (no poder atrapar, tragar o digerir un bocado, en sentido propio o figurado) impacta el tubo digestivo. Hamer identificó estas correspondencias con una precisión notable, cartografiando literalmente en el cerebro los relevos de cada órgano y el tipo de conflicto que los activa.
Ley 3: Toda enfermedad se desarrolla en dos fases
La tercera ley describe el desarrollo temporal de lo que Hamer llama un «Programa Biológico Especial». Si el conflicto se resuelve, la enfermedad evoluciona en dos fases distintas, cada una gobernada por una rama diferente del sistema nervioso autónomo.
Primero, la fase activa del conflicto (o fase fría) corresponde a un estado de simpaticotonia: el sistema nervioso simpático está activado permanentemente, como si el cuerpo estuviera en modo supervivencia. La persona está en estado de estrés constante, piensa obsesivamente en su problema, duerme mal (notablemente en la segunda mitad de la noche), tiene las manos y pies fríos debido a la vasoconstricción periférica, pierde el apetito y adelgaza. A nivel orgánico, según la zona cerebral concernida, se observa sea una proliferación celular (tumor en los órganos controlados por el cerebro antiguo), sea necrosis o ulceración (en los órganos controlados por el córtex cerebral).
Luego viene la fase de resolución del conflicto (o fase caliente), que comienza tan pronto como el conflicto psicológico se resuelve. El sistema nervioso bascula entonces en vagotonia: el sistema nervioso parasimpático, regulado por el nervio vago, toma el relevo para orquestar la reparación y la regeneración. La persona se relaja, recupera el apetito y el sueño, sus extremidades se calientan por vasodilatación, pero puede desarrollar síntomas inflamatorios, edema y fatiga. Es durante esta fase de sanación que sobrevienen a menudo las crisis más espectaculares, lo que Hamer nombra la «crisis epileptoide», un momento intenso en el pico de la fase de reparación donde el cuerpo rechaza las toxinas acumuladas y consolida la reconstrucción tisular, antes de volver progresivamente a un estado de equilibrio.

Ley 4: Los microbios son nuestros aliados
La cuarta ley cuestiona la teoría pasteuriana de los gérmenes como enemigos. Según Hamer, los microbios no son la causa de la enfermedad, sino que intervienen durante la fase de sanación como obreros especializados. Cada tipo de microbio tiene una función precisa, determinada por la embriología: los hongos y micobacterias degradan los tumores formados durante la fase de conflicto activo en los órganos controlados por el tronco cerebral y el cerebelo; las bacterias participan en la reconstrucción de los tejidos necrosados en los órganos controlados por la médula cerebral; los virus intervienen en la reparación de las úlceras de los tejidos controlados por el córtex cerebral. Los microbios serían por lo tanto agentes de sanación, presentes en estado latente en el organismo y activados en el momento oportuno por el cerebro mismo.
Ley 5: Nada en la enfermedad es azar ni error
La quinta ley, que Hamer consideraba como la quintaesencia de su descubrimiento, afirma que todo en la naturaleza tiene un sentido. No existe enfermedad «maligna» o «benigna», ni células que se rebelan por error, ni sistema inmunitario deficiente. Cada síntoma, incluso el más aterrador, se inscribe en una lógica biológica de supervivencia heredada de millones de años de evolución. Un tumor pulmonar, por ejemplo, aumenta la superficie alveolar para captar más oxígeno frente a un miedo pánico de morir. Un cáncer de hígado ayuda a digerir un «bocado» indigesto (como una herencia conflictiva). Esta ley invita a ver la enfermedad no como una fatalidad a combatir, sino como un mensaje del cuerpo que busca siempre sobrevivir e intenta compensar un conflicto psicológico insoluble. Comprender este sentido biológico permite entonces acompañar el proceso de sanación con inteligencia y respeto por la sabiduría innata del organismo.
3. La Nueva Medicina Germánica: una nueva mirada sobre la enfermedad
Los descubrimientos del doctor Hamer trastornan radicalmente la concepción dominante de la enfermedad. Donde la medicina convencional ve un mal funcionamiento, una célula vuelta «loca», un sistema inmunitario deficiente o un ataque microbiano, la Nueva Medicina Germánica revela un programa coherente puesto en marcha por el cerebro para ayudar al organismo a sobrevivir a una situación psicológicamente insoportable. Esta perspectiva transforma completamente el enfoque terapéutico.
En esta visión, el cáncer no es un enemigo a eliminar a cualquier precio mediante tratamientos agresivos. Constituye la respuesta biológica adaptativa a un conflicto preciso que no ha encontrado solución a nivel psicológico. La aparición de un tumor en un órgano corresponde a una tentativa del cuerpo de compensar este conflicto modificando la función de este órgano. Por ejemplo, frente a un conflicto de separación brutal (pérdida de un ser querido, divorcio), los conductos galactóforos del seno pueden desarrollar una proliferación celular, como si el cuerpo buscara mantener simbólicamente el vínculo roto mediante la producción de leche materna, sustancia del vínculo por excelencia.
Esta comprensión abre perspectivas terapéuticas completamente nuevas. Si la enfermedad resulta de un conflicto psicológico no resuelto, entonces la clave de la sanación reside en la identificación y resolución de este conflicto. Hamer no preconizaba el abandono de todo tratamiento médico, pero insistía en la necesidad de comprender el sentido biológico de los síntomas y de acompañar a la persona en su proceso natural de sanación. Subrayaba que las fases más peligrosas sobrevienen a menudo durante la fase de reparación, cuando el edema cerebral puede comprimir zonas vitales, o durante la crisis epileptoide donde los síntomas se intensifican brutalmente. Un acompañamiento adaptado, consciente de estos mecanismos, permite evitar las complicaciones respetando al mismo tiempo el proceso biológico en curso.
Es fascinante constatar que este enfoque se une a saberes ancestrales. La medicina tradicional china, practicada desde hace milenios, establece desde siempre correspondencias precisas entre las emociones y los órganos: el miedo debilita los riñones, la tristeza afecta los pulmones, la cólera impacta el hígado, la inquietud perturba el bazo, mientras que la ausencia de alegría afecta el corazón. Estas correlaciones, conocidas empíricamente por los médicos chinos mucho antes de nuestras tecnologías modernas, encuentran un eco científico sorprendente en los trabajos de Hamer. Esto sugiere que las leyes biológicas que descubrió no son invenciones teóricas, sino principios universales de lo vivo, observados a través de las culturas y las épocas bajo formas diferentes. Esta convergencia entre sabiduría ancestral e investigación contemporánea refuerza la credibilidad de estos descubrimientos y muestra que existen leyes de la vida que trascienden los sistemas médicos y las culturas.
La Nueva Medicina Germánica propone por lo tanto un cambio de paradigma fundamental: pasar de una visión de la enfermedad como enemiga a combatir, a una comprensión de la enfermedad como aliada portadora de un mensaje. Este enfoque consiste en crear las condiciones favorables para que el cuerpo pueda terminar naturalmente su proceso de regeneración, en lugar de someterlo a tratamientos agresivos que, si destruyen a veces el tumor, nunca resuelven el conflicto en el origen del programa biológico. Esto se une a mi comprensión de que, frente a un cáncer, es esencial actuar directamente en la raíz del problema eliminando a toda costa los factores cancerígenos que están en el origen de la enfermedad, por definición. Es luego deseable reemplazarlos por elementos que califico de «cancerífugos». Cancerífugo es una palabra que invento y que para mí es lo inverso de cancerígeno. Cancerígeno significa favorable a la aparición del cáncer. Según mi definición, cancerífugo significa favorable a la desaparición del cáncer.
4. Un científico riguroso, genial y valiente, cuyo mensaje permanece vivo
El rigor científico del doctor Hamer no puede ser puesto en duda. No se contentó con emitir una teoría abstracta, sino que estudió metódicamente más de 10 000 casos de pacientes, analizando sistemáticamente sus escáneres cerebrales, sus síntomas orgánicos y sus historias personales. Documentó sus observaciones con una precisión notable, identificando en el cerebro los relevos exactos correspondientes a cada órgano y a cada tipo de conflicto. Sus descubrimientos nunca han sido científicamente refutados. Muy por el contrario, durante su proceso en 1997, un fiscal fue obligado a admitir que sobre 6500 pacientes seguidos por Hamer, en su mayoría considerados «en fase terminal», 6000 estaban todavía vivos después de más de cinco años. Esta tasa de supervivencia de más del 92% contrasta fuertemente con las estadísticas de la época para los cánceres avanzados. Para poner este resultado en perspectiva, la tasa de supervivencia global a 5 años todos los cánceres confundidos en medicina convencional se situaba entonces alrededor del 30% en Alemania. Este éxito terapéutico excepcional, reconocido involuntariamente por sus oponentes mismos durante el proceso, testimonia la eficacia notable de su enfoque. En efecto, es de lejos superior al obtenido siguiendo los tratamientos habituales convencionales.
Sin embargo, el doctor Hamer pagó muy caro sus descubrimientos revolucionarios. Desde 1981, cuando Geerd Hamer sometió su tesis de post-doctorado titulada «El síndrome de Hamer y la Ley férrea del cáncer» a la Universidad de Tübingen, se enfrentó a un rechazo categórico. Esta tesis presentaba de manera rigurosa sus descubrimientos sobre los vínculos entre la psique, el cerebro y el órgano correspondiente en el desencadenamiento y la sanación de las enfermedades, particularmente el cáncer. La universidad rechazó incluso examinar oficialmente sus trabajos, un caso sin precedente en el mundo universitario. En mayo de 1982, su expediente fue rechazado por insuficiencia científica en términos de forma y metodología, sin verdadero estudio del contenido. A pesar de una decisión judicial de 1994 ordenando a la universidad proseguir el examen de su tesis, esta declaró que no preveía ningún proceso de validación. Este rechazo obstinado de estudiar observaciones sin embargo reproducibles y documentadas según los criterios científicos más estrictos permanece difícil de comprender.
En 1989, a la edad de 54 años, Geerd Hamer fue radiado del Orden de los médicos por haber rechazado renegar de sus descubrimientos y conformarse a los dogmas de la medicina oficial. Esta decisión quebró su carrera y lo obligó a proseguir sus investigaciones en condiciones difíciles, privado de acceso directo a los pacientes y a los equipos médicos.
Las persecuciones no se detuvieron allí. En 1997, fue condenado a 19 meses de prisión por haber dado informaciones médicas a tres personas sin disponer de una licencia médica. En 2004, fue arrestado en España y luego extraditado a Francia donde fue nuevamente encarcelado. Estas medidas represivas parecen desproporcionadas, sobre todo cuando se las compara con la sentencia de la que se benefició Víctor Manuel de Saboya: trece años después de haber matado a Dirk Hamer, el príncipe fue condenado a solamente seis meses de prisión con suspensión condicional por porte de arma ilegal.
A pesar de esta represión encarnizada, el doctor Hamer nunca renunció. Continuó estudiando, documentando, transmitiendo sus conocimientos a través de numerosas obras consagradas a la Nueva Medicina Germánica. Así, a fines de los años 1980, publicó un libro titulado «Krebs ist heilbar» (el cáncer es curable). Este libro, disponible en alemán, expone su visión alternativa de la enfermedad como estando ligada a conflictos emocionales y psíquicos, y afirmando que el cáncer puede ser curado sin los métodos utilizados por la medicina convencional tales como la quimioterapia, la radioterapia o la cirugía.
Su esposa Sigrid, ella, nunca se repuso del duelo de su hijo y del encarnizamiento judicial contra su marido. Falleció en 1985, agotada por estas pruebas sucesivas. Hamer prosiguió pues solo su obra hasta el fin de su vida, donde publicó un libro titulado: «Solo contra todos». En esta obra, Hamer relata su recorrido, sus descubrimientos y sus combates personales. Expone notablemente sus conceptos de la «Nueva Medicina Germánica» y describe las pruebas personales y profesionales que sufrió y las controversias que rodearon su trabajo. El título expresa su situación de médico e investigador al margen de los sistemas médicos tradicionales, a menudo en oposición con la comunidad científica y médica dominante. Esta expresión simboliza también su combate contra lo que consideraba como una oposición sistemática a sus descubrimientos, notablemente la idea de que la enfermedad, incluso el cáncer, estaría ligada a un choque psíquico brutal. Geerd Hamer abandona este mundo el 2 de julio de 2017, a la edad de 82 años, en Noruega, donde se había exiliado para huir de las persecuciones. Se unió así a su hijo Dirk, cuya muerte trágica había paradójicamente permitido la emergencia de estos descubrimientos capitales.
Hoy, a pesar de las tentativas de desacreditar su trabajo, la Nueva Medicina Germánica continúa inspirando a miles de terapeutas y de pacientes a través del mundo. Sus cinco leyes biológicas son enseñadas y aplicadas por practicantes que reconocen el valor de esta comprensión profunda de los mecanismos de la enfermedad, particularmente en América Latina donde los pacientes buscan soluciones eficaces, naturales, poco costosas y duraderas a sus enfermedades. Su herencia permanece viva, no como un dogma fijado, sino como una contribución esencial a una visión más global y respetuosa de la salud humana.
5. Mi posicionamiento respecto a los descubrimientos del doctor Hamer
Estoy convencida de que el doctor Ryke Geerd Hamer era a la vez un científico riguroso, un genio por sus descubrimientos innovadores y un médico lleno de compasión y dedicación hacia sus pacientes. Al revelar los vínculos entre psique y enfermedad, abrió una vía esencial que merece ser reconocida e integrada en un enfoque global de la salud. Hablo de ello en el siguiente video que los invito a ver :
Sin embargo, ciertos practicantes de la Nueva Medicina Germánica se limitan estrictamente a los descubrimientos del doctor Hamer, considerando que comprender y resolver el conflicto psicológico basta para cuidar cualquier enfermedad. Esta posición exclusiva me parece reductora, aunque parta de una intención loable de respetar la enseñanza del maestro.
Según yo, es esencial ensamblar los resultados de las investigaciones de todos los descubridores pertinentes, como el doctor Otto Warburg que demostró que las células cancerosas funcionan en fermentación anaerobia en lugar de respiración celular normal, o Louis-Claude Vincent que puso en evidencia la importancia del equilibrio bioelectrónico de los líquidos corporales. (ver los artículos Los descubrimientos de Otto Warburg sobre el metabolismo del cáncer y La bioelectrónica de Louis-Claude Vincent al respecto). Estos descubrimientos no se oponen a los de Hamer, los completan. El cáncer es un fenómeno complejo que posee múltiples facetas: psicológica ciertamente, pero también metabólica, energética, nutricional y ambiental.
Para los niños con cáncer, es importante comprender el aspecto psicológico descubierto por Hamer, sin limitarse sin embargo a ello. Un niño con cáncer ha vivido efectivamente un choque emocional, que sea consciente o inconsciente, personal o incluso transgeneracional. Identificar este conflicto y ayudar al niño a superarlo forma parte integrante del proceso de sanación. Pero esto no es suficiente. Es necesario también ocuparse de los aspectos fisiológicos: restaurar la oxigenación celular, restablecer el equilibrio ácido-base y el equilibrio bioelectrónico de los líquidos, eliminar las toxinas acumuladas, proporcionar una nutrición viva y alcalinizante, reforzar el terreno biológico global.
En el centro ¡Viva la Vida!, los niños se encuentran en un ambiente benévolo y portador a nivel emocional. Son libres y alentados en sus iniciativas personales. La paz interior y la risa natural en un niño son medicinas en sí. Es también necesario tomar en cuenta los aspectos fisiológicos y energéticos para una sanación holística, como lo ha demostrado el doctor Tal Schaller.
Este enfoque integrativo, que honra los descubrimientos de Hamer enriqueciéndolos con otros conocimientos complementarios, me parece ser la vía más respetuosa y más eficaz para acompañar a un niño hacia la sanación. Pues un ser humano no es solamente psique, no es solamente bioquímica, no es solamente energía: es todo eso a la vez, en una unidad indivisible que conviene cuidar en su globalidad.
Conclusión: la importancia de tomar en cuenta la dimensión emocional para cuidar duraderamente una enfermedad
Los descubrimientos del doctor Ryke Geerd Hamer han abierto una puerta esencial hacia la comprensión de los orígenes psicológicos de la enfermedad. Al demostrar que cada síntoma posee un sentido biológico y resulta de un conflicto emocional preciso, revolucionó nuestra manera de ver el cáncer y las enfermedades en general. Sus cinco leyes biológicas constituyen un aporte mayor que se une por otra parte a saberes ancestrales como los de la medicina tradicional china.
Su valor frente a las persecuciones, su rigor científico y su dedicación a los pacientes fuerzan la admiración. Los resultados clínicos excepcionales que obtuvo testimonian la validez de su enfoque. Sin embargo, para una sanación completa y duradera, particularmente en los niños con cáncer, conviene integrar sus descubrimientos en una visión holística más amplia, que toma en cuenta simultáneamente las dimensiones psicológica, fisiológica, nutricional y energética del ser humano.
Es en este espíritu de apertura y de síntesis que el centro ¡Viva la Vida! acompaña a los niños con cáncer hacia una regeneración natural de su salud, creando las condiciones cancerífugas necesarias a la expresión de su formidable potencial de auto-sanación.


« Nuestro cuerpo es una creación divina, maravillosa y mágica que fue diseñada originalmente para funcionar a la perfección y permitirnos vivir con una salud excelente durante toda nuestra vida.
Si aparece el cáncer, tengamos la humildad de reconocer que nuestro cuerpo puede haber estado sometido a un nivel de estrés superior al que era capaz de soportar.
Al identificar con honestidad y claridad las causas de esta terrible enfermedad, se vuelve posible actuar directamente en la raíz del problema con conciencia, inteligencia y amor. Con este espíritu podemos optar por tomar el camino de la curación natural, el camino que consiste en avanzar en armonía con las leyes de la vida para volver al estado de salud plena que es el derecho de nacimiento de todos y cada uno de nosotros. »
Este artículo ha sido escrito por Doña Clara (Claire Loiseleur), fundadora y animadora del centro ¡Viva la Vida!, cuya misión es ofrecer a los niños con cáncer que acuden a él una regeneración natural de su salud con todo el respeto y el amor que se merecen.
Para saber más sobre el centro ¡Viva la Vida! y su funcionamiento, le invito cordialmente a :
Además, para ir más allá y comprender sobre qué se basa el centro ¡Viva la Vida! para cumplir su misión al servicio de niños con cáncer, le invito a :
Esta es la lista de los artículos publicados sobre las OBRAS Y PUBLICACIONES SOBRE EL CÁNCER :

El canal YouTube : Centro ¡VIVA LA VIDA! – español ofrece vídeos educativos y de sensibilización sobre el cáncer pediátrico :
La página de Facebook El centro Viva la Vida habla del cáncer pediátrico y de cómo se trata de forma natural en el centro ¡Viva la Vida! :
El grupo Facebook OFRECER A MI NIÑO CON CÁNCER UNA SANACIÓN NATURAL es un lugar de debate cálido y amistoso sobre el tema de la sanación del cáncer infantil con métodos naturales. Está abierto a todos los padres que tengan un hijo con cáncer y que sientan curiosidad por saber en qué medida las claves de la salud natural pueden ayudar a regenerar la salud de su niño. El objetivo es ayudarnos mutuamente a avanzar, más allá de los obstáculos a los que nos enfrentamos, para ofrecer a los niños con cáncer una sanación natural con todo el respeto y el amor que se merecen.

« Si tu niño tiene cáncer, eso significa que su cuerpo ya no puede resistir el nivel de estrés al que está sometido, como resultado de un entorno y un estilo de vida cancerígenos por definición.
Gracias a la ley de la homeostasis, su organismo tiene la capacidad de destruir las células cancerosas que él mismo ha fabricado.
Sin embargo, esto implica realizar cambios radicales en su vida, al optar por un entorno y un estilo de vida que yo describiría como “cancerífugos”, es decir favorables a la desaparición del cáncer… »
