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Enfoques naturales del cáncer por científicos

Los descubrimientos de Otto Warburg sobre el metabolismo del cáncer

El prestigioso investigador que descubrió que el cáncer es una disfunción del metabolismo celular

Considerado uno de los más grandes investigadores del siglo XX en fisiología celular, Otto Heinrich Warburg fue un médico y bioquímico alemán, famoso por sus descubrimientos sobre la vida celular. Ganador del Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1931 por sus trabajos sobre la «enzima respiratoria», mostró cómo las células producen energía. Posteriormente estudió en profundidad los mecanismos de la respiración celular. Entonces constató que, en las células cancerosas, las mitocondrias dejan de utilizar correctamente el oxígeno disponible, lo que provoca un recurso anormal a la fermentación de la glucosa. Sus investigaciones revelaron que el cáncer es el resultado del incumplimiento de las condiciones fisiológicas naturales. También ponen de manifiesto que los contextos de contaminación o de estrés dañan la vida y pueden alterar el metabolismo celular, favoreciendo el crecimiento tumoral. Esta visión del cáncer nos recuerda lo esencial que es mantenerse en armonía con las leyes naturales de la vida para preservar o recuperar la salud.

Portrait du cherchjeur otto warburg

1. Un médico Premio Nobel por sus descubrimientos en biología celular

Nacido en 1883 en Friburgo de Brisgovia, Alemania, Otto Heinrich Warburg era hijo de un físico de renombre. Desde muy joven se orientó hacia una doble formación en química y medicina, antes de obtener sus dos doctorados. Más tarde se incorporó al prestigioso Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín (hoy Instituto Max Planck), donde consagró toda su vida a la exploración de la vida celular.

Impulsado por el deseo de medir la vida con precisión, desarrolló técnicas e instrumentos innovadores, entre ellos el célebre manómetro de Warburg, capaz de registrar en tiempo real los intercambios de oxígeno y dióxido de carbono en los tejidos vivos. Esta búsqueda reflejaba su obsesión: comprender cómo las células captan el oxígeno y transforman los nutrientes en energía.

En 1931, esta investigación incansable fue coronada con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, otorgado por su descubrimiento de «la naturaleza y el modo de acción de la enzima respiratoria». Sus trabajos, reconocidos como un gran avance, describieron con una rigurosidad sin precedentes las reacciones de oxidación-reducción que hacen funcionar la cadena respiratoria en el corazón de las mitocondrias.

A partir de este reconocimiento internacional, Warburg prosiguió sus experimentos con una exigencia cada vez mayor. Convencido de que la enfermedad resultaba de un trastorno energético de las células, se dedicó al estudio del metabolismo tumoral y puso en evidencia la disfunción propia de las células cancerosas.

A pesar de las amenazas vinculadas a sus orígenes judíos en la Alemania nazi, rechazó exiliarse en Estados Unidos. Ironía de la historia: Hitler, cuya madre había muerto de cáncer de mama, quiso conservar cerca de él a los mejores expertos en este ámbito. Así, aunque su laboratorio fue trasladado en 1943 y bombardeado por los soviéticos en 1945, Otto Warburg permaneció en Alemania, protegido por su prestigio científico.

Tras la guerra, publicó dos obras de referencia y continuó sus investigaciones casi sin interrupción hasta su muerte en 1970. Pionero indiscutible en la comprensión del metabolismo celular y del cáncer, abrió el camino al oncometabolismo, disciplina que estudia las alteraciones metabólicas de las células cancerosas. Hoy en día, investigadores como el doctor Laurent Schwartz se inspiran en sus descubrimientos para proponer a sus pacientes enfoques metabólicos en el tratamiento del cáncer (véase el artículo La obra del doctor Laurent Schwartz sobre este tema).

Couverture du livre the prime cause of cancer de otto warburg
Couverture du livre the metabolism of tumours de otto warburg

2. Una comprensión profunda de los mecanismos de la respiración celular

Otto Warburg dedicó la mayor parte de su carrera científica al estudio de la respiración celular, el proceso mediante el cual las células transforman la glucosa en energía gracias al oxígeno. Sus investigaciones demostraron que la respiración celular no es una simple «combustión» del azúcar, sino un mecanismo altamente organizado que tiene lugar en pequeñas estructuras internas: las mitocondrias. Estas verdaderas centrales energéticas de la célula permiten utilizar el oxígeno de manera óptima para producir ATP (adenosín trifosfato), considerado la «moneda» energética universal de la vida.

Otto Warburg demostró que la respiración celular se basa en una compleja cadena de reacciones bioquímicas integradas en el ciclo de Krebs. Este proceso libera una gran cantidad de energía a partir de una pequeña cantidad de glucosa, siempre que haya suficiente oxígeno disponible y las mitocondrias funcionen correctamente. En una célula sana, el oxígeno permite transformar los nutrientes en energía de forma óptima: la respiración celular se convierte entonces en sinónimo de eficiencia y equilibrio. Cuando se desarrolla de manera armoniosa, alimenta la vida y sostiene todas las funciones vitales.
Al estudiar la respiración celular con un rigor excepcional, Warburg abrió una nueva ventana a la biología. Sus investigaciones pusieron de manifiesto que, si el oxígeno es indispensable para la respiración de los pulmones, es porque está en el corazón de la salud íntima de cada célula, garantizando su energía, su equilibrio y su vitalidad.


3. El efecto Warburg : puesta en evidencia del mal funcionamiento de las células cancerosas

Otto Warburg puso de manifiesto una particularidad metabólica propia de las células cancerosas, hoy conocida como el «efecto Warburg». Descubrió que una célula cancerosa, incluso en presencia de oxígeno, deja de respirar eficazmente y comienza a fermentar la glucosa en su citoplasma. Este proceso produce muy poca energía (ATP), pero genera grandes cantidades de ácido láctico.

Al estudiar este fenómeno paradójico, Warburg comprendió que, en las células cancerosas, las mitocondrias están dañadas por los desequilibrios del terreno y se vuelven disfuncionales, de modo que su respiración oxidativa funciona mal. Para compensar esta deficiencia, la célula recurre a la fermentación, produciendo entonces un exceso de ácido láctico.

Esta estrategia es mucho menos eficaz para producir energía que la respiración aeróbica de las células sanas. Sin embargo, permite a las células cancerosas utilizar la glucosa para fabricar los ladrillos necesarios para su rápida multiplicación. En otras palabras, en lugar de quemar totalmente el azúcar en dióxido de carbono, desvían su carbono para producir elementos de crecimiento. Esto es lo que Warburg denominó «metabolismo tumoral», es decir, la forma particular en que las células cancerosas utilizan el azúcar para multiplicarse en lugar de convertirlo en energía.

Concluyó que el cáncer era, ante todo, una enfermedad del metabolismo celular y, más concretamente, una pérdida de la respiración celular normal. En sus propias palabras: «La causa principal del cáncer es la sustitución de la respiración de oxígeno en las células normales del cuerpo por la fermentación del azúcar».

Esta observación se vincula con el concepto de terreno (véase el artículo El concepto de terreno en salud natural). En un organismo sano, con poca carga de toxinas y bien oxigenado, las células respiran normalmente y no tienen motivo alguno para fermentar. En cambio, cuando el terreno se degrada —bajo el efecto del estrés, la contaminación o la acumulación de toxinas— se vuelve ácido. En este entorno cargado de toxinas y empobrecido en oxígeno, las mitocondrias están expuestas a un estrés oxidativo y a daños repetidos. Poco a poco, la respiración celular se desregula y se pierde el equilibrio natural de la fisiología, creando un terreno propicio para la multiplicación de las células cancerosas.


4. El cáncer visto como consecuencia de una falta de respeto a la fisiología

Otto Warburg insistió en que el cáncer no aparece por casualidad ni como una fatalidad misteriosa. Para él, «el cáncer es una enfermedad de la fisiología celular. Cuando no respetamos la fisiología de nuestro cuerpo —ya sea por una mala alimentación, una respiración deficiente, una mayor contaminación o condiciones ambientales desfavorables— creamos un terreno propicio para el desarrollo del cáncer».

La fisiología se refiere al conjunto de mecanismos naturales que aseguran el buen funcionamiento del cuerpo: respiración celular, equilibrio ácido-base, circulación de fluidos, eliminación de desechos, regeneración de tejidos. Cuando estos mecanismos se respetan, las células respiran, se nutren y se renuevan normalmente. Pero cuando estas leyes se transgreden por modos de vida inadecuados, el terreno se degrada y deja de cumplir su función protectora.

En este contexto, las mitocondrias pierden su capacidad de respirar eficazmente y la célula adopta un metabolismo fermentativo. El cáncer aparece entonces como la consecuencia de una deriva fisiológica, y no como una anomalía arbitraria.

Concretamente, varios factores convergen hacia este desequilibrio:

  • la contaminación exterior e interior (humos, óxidos de nitrógeno, disolventes, partículas), que irrita, genera estrés oxidativo y limita la disponibilidad de oxígeno;
  • el sedentarismo y la postura sentada prolongada, que reducen la ventilación pulmonar, la perfusión tisular y la capacidad de las mitocondrias para utilizar el oxígeno;
  • una alimentación ultraprocesada, rica en azúcares rápidos y aditivos, que provoca picos de glucosa y alimenta fácilmente la glucólisis;
  • el estrés crónico, que activa continuamente vías hormonales catabólicas, perturba el sueño y aumenta la demanda energética de «alerta»;
  • sustancias tóxicas domésticas o profesionales (pesticidas, metales pesados, disolventes), que dañan enzimas y membranas celulares.

De manera insidiosa, estas agresiones cotidianas perturban la señalización celular, saturan el organismo y debilitan las mitocondrias. Poco a poco, la respiración celular se desregula: incluso en presencia de oxígeno, las células dejan de utilizarlo correctamente y pasan a un metabolismo anaeróbico de fermentación.

Los descubrimientos de Warburg nos recuerdan que, cuando el entorno interno se enriquece con toxinas fermentables, la célula entra en una «economía de crisis»: sobrevive y se multiplica gracias a la fermentación. Por el contrario, aligerar la carga tóxica y restablecer los grandes equilibrios fisiológicos permite calmar la inflamación y restaurar la respiración natural de las células.


5. La necesidad de restablecer los equilibrios fisiológicos para sanar el cáncer


Otto Warburg demostró que el cáncer surge de un profundo trastorno de la respiración celular. Por lo tanto, el camino hacia la sanación consiste en restaurar lo que se ha perdido: el equilibrio íntimo de la fisiología. No se trata de eliminar las células consideradas «anormales», sino de devolver al medio interno las condiciones que permitan a las mitocondrias respirar correctamente y a las células funcionar en armonía.

Desde esta perspectiva, sanar el cáncer significa recrear un entorno favorable en el que la respiración celular pueda realizarse de manera óptima. El primer paso consiste en identificar, en la medida de lo posible, los factores que originan el desequilibrio, con el fin de actuar directamente sobre la raíz. El objetivo es reducir la carga tóxica que bloquea las enzimas, restablecer un equilibrio ácido-básico favorable a la oxigenación y limitar el estrés oxidativo que daña las membranas. Del mismo modo que una persona con quemaduras graves debe evitar el calor a toda costa, una persona con cáncer debe protegerse imperativamente de las fuentes de estrés y de contaminación: productos químicos, pesticidas, metales pesados, alimentos procesados y desvitalizados, etc.

A continuación, es vital favorecer la eliminación de desechos para ayudar al organismo a liberarse de lo que lo obstaculiza. Esto se logra estimulando los emuntorios naturales (hígado, riñones, pulmones, piel) mediante el ayuno o, al menos, una fuerte restricción calórica, una hidratación abundante, una respiración profunda y la activación del sistema linfático mediante el movimiento y masajes relajantes.

La fase siguiente consiste en reequilibrar el metabolismo: respetar los ritmos fisiológicos, garantizar un descanso suficiente, cultivar un sueño reparador, practicar una actividad física moderada, exponerse a la luz benéfica del sol, nutrir la serenidad interior y adoptar una alimentación viva y ligera.

Así, al regenerar el terreno, las mitocondrias recuperan su plena funcionalidad; las células cancerosas vuelven a respirar y pueden regresar a la normalidad. Esta rehabilitación de la fisiología abre el camino a una verdadera regeneración del organismo mediante una sanación natural, suave y respetuosa de la vida.


Conclusión: una visión fundamental sobre el origen del cáncer

Otto Warburg, como científico riguroso, reveló un aspecto esencial de la enfermedad cancerosa: su origen metabólico. Al demostrar que la enfermedad nace de un desequilibrio energético de las células, abrió un camino radicalmente nuevo: el cáncer no es una fatalidad misteriosa ni un enemigo externo que combatir, sino el resultado de un trastorno fisiológico que puede corregirse. Así, en lugar de ver la enfermedad como una anomalía que destruir, podemos acogerla como una señal de alarma, un llamado a restaurar lo que verdaderamente nutre la vida. El verdadero desafío no es luchar contra el cáncer, sino devolver al cuerpo las condiciones de su vitalidad profunda.

Otto Warburg nos recordó una verdad simple y esencial: la vida se sostiene en equilibrios sutiles y frágiles. Cuando dejamos de respetarlos, la fisiología se desequilibra y arrastra a la célula hacia una «economía de crisis». Pero cuando restablecemos estos equilibrios, la célula recupera su respiración natural, la salud renace y el organismo puede autorrepararse.

Es precisamente este camino el que seguimos en el centro ¡Viva la Vida!, con el fin de ofrecer a los niños con cáncer que vienen a hospedarse una regeneración natural de su salud, con todo el respeto y el amor que merecen. Se encuentran inmersos en un entorno en el que la naturaleza hace posible este milagro, gracias a los rayos benéficos del sol, al aire puro de la montaña, al agua clara de la lluvia y del río, a una alimentación sana y viva producida en parte in situ y a un modo de vida en sintonía con los ritmos naturales y libre de toda forma de estrés. Estas condiciones propicias para la vida permiten que el cuerpo se rearmonice suavemente, mientras la enfermedad se desvanece de manera natural, segura y duradera.


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« Nuestro cuerpo es una creación divina, maravillosa y mágica que fue diseñada originalmente para funcionar a la perfección y permitirnos vivir con una salud excelente durante toda nuestra vida.

Si aparece el cáncer, tengamos la humildad de reconocer que nuestro cuerpo puede haber estado sometido a un nivel de estrés superior al que era capaz de soportar.

Al identificar con honestidad y claridad las causas de esta terrible enfermedad, se vuelve posible actuar directamente en la raíz del problema con conciencia, inteligencia y amor. Con este espíritu podemos optar por tomar el camino de la curación natural, el camino que consiste en avanzar en armonía con las leyes de la vida para volver al estado de salud plena que es el derecho de nacimiento de todos y cada uno de nosotros. »


Este artículo ha sido escrito por Doña Clara (Claire Loiseleur), fundadora y animadora del centro ¡Viva la Vida!, cuya misión es ofrecer a los niños con cáncer que acuden a él una regeneración natural de su salud con todo el respeto y el amor que se merecen.

Para saber más sobre el centro ¡Viva la Vida! y su funcionamiento, le invito cordialmente a :




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« Si tu niño tiene cáncer, eso significa que su cuerpo ya no puede resistir el nivel de estrés al que está sometido, como resultado de un entorno y un estilo de vida cancerígenos por definición.

Gracias a la ley de la homeostasis, su organismo tiene la capacidad de destruir las células cancerosas que él mismo ha fabricado.

Sin embargo, esto implica realizar cambios radicales en su vida, al optar por un entorno y un estilo de vida que yo describiría como “cancerífugos”, es decir favorables a la desaparición del cáncer… »


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